lunes, 4 de junio de 2007

Final de la licencia de RCTV, final del periodismo independiente... ¿De quién?

“Libertad de expresión”, “libre circulación de información” o “periodismo independiente” fueron algunas de las frases utilizadas por distintos sujetos sociales para criticar la decisión del Gobierno Bolivariano de Venezuela de no renovarle la concesión a Radio Caracas Televisión (RCTV). Sin embargo, dentro de las opiniones esgrimidas por periodistas televisivos, radiales o de la prensa gráfica jamás se escuchó o se escribió siquiera una palabra sobre las restricciones que todos los días imponen los oligopolios de la comunicación a los trabajadores de prensa.

Tanto el Parlamento Europeo como el Congreso de los Estados Unidos manifestaron su “preocupación” por la decisión del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de no renovarle la licencia a RCTV. Sin embargo, ninguno de los legisladores de ambos continentes puso sobrerelieve el fortalecimiento del espacio público radioeléctrico que se obtenía con la política adoptada; ningún dirigente político de la Comunidad Europea manifestó lo que puertas adentro tanto defienden: la presencia del Estado en la radiodifusión.

En Argentina, el diario de mayor tirada del país que, casualmente, es la cabeza del multimedios Clarín –propietario de los medios gráficos Clarín, Clarín.com, La Razón, Olé, Los Andes, La Voz del Interior; de los medios audivisuales Canal 13, Todo Noticias, Volver, Radio Mitre, Canal 12, Pol-ka Producciones, Patagonik Film Group, TyC Sports; y que además cuenta con empresa en áreas de Internet y telefonía, de distribución de televisión por cable y otras actividades de contenidos- criticó furibundamente la decisión de Chávez de no renovarle la licencia a RCTV.

Sólo el editorialista de la Sección Internacionales de Clarín, Oscar Raúl Cardoso, se permitió manifestar –después de iniciar la nota burlándose del “estilo” del canal de noticias estatal Telesur-, que la decisión chavista “podría haber sido formalmente administrativa y judicial como demanda la ley vigente”. Asimismo, el periodista del “diario del pueblo argentino” destacó valientemente –vale reconocerlo- que RCTV fue “cómplice en la conspiración contra el orden constitucional -en abril de 2002- que implicó el golpe que intentó colocar al frente, más como muñeco de torta que como potencial estadista, al empresario –petrolero- Pedro Carmona Estanga”.

A la parcialmente destacable editorial de Cardoso le hubiera faltado plantear el papel que cumplen los medios de comunicación privada en latinoamérica, los cuales se caracterizan por su concentración, la precarización salarial de sus trabajdores, la censura explícita e implícita, la restricción de información y, sobre todo, la realización de un periodismo portavoz de determinados intereses económicos.

Remarcar las miserias de los medios de comunicación privados es importante para evitar caer en el monopolio del mercado. Asimismo, es necesario plantear que cuando Chávez alcanzó la Presidencia –gracias al 63 por ciento del voto popular-, Venezuela carecía de un servicio público importante de radiodifusión. Antes de la inauguración del canal noticioso Telesur, la información periodística sólo provenía de tres grandes cadenas: Venevisión -del conocido grupo Cisneros-, RCTV y Glovovisión.

Mientras que Venevisión moderó las críticas al gobierno –la renovación de la licencia tuvo mucho que ver en eso-, Glovovisión –único canal de noticias que transmite las 24 horas- mantiene su postura antichavista acérrima de siempre; situación que no conllevó al presidente elegido democráticamente a realizar ninguna acción anticonstitucional, tal como sucedió con el Golpe de Estado que intentaron ejecutar los grandes grupos económicos de Venezuela el 11 de abril de 2002, con respaldo no sólo de la administración de George W. Bush, sino también con el respaldo de los mismo medios de comunicación que se escudan en la “libertad de expresión”, “la libre circulación de información” y “el periodismo independiente”.

lunes, 28 de mayo de 2007

jueves, 24 de mayo de 2007

25 DE MAYO DE 1973


Por Roberto Baschetti
"Este Pueblo no cambia de idea,
sigue las banderas de Evita y Perón..."

Eran las 6 de la mañana de un día que iba a ser histórico: el 25 de mayo de 1973. Con otros compañeros estábamos en el límite de Capital y Provincia, sobre Avenida Rivadavia esperando a la gente que debía venir del oeste suburbano para sumarnos a ellos y converger todos juntos hacia la Plaza. Realmente estaba muy cansado pero feliz a la vez. Cansado por que hacía ya quince días que estaba durmiendo a un promedio de cuatro horas diarias debido a la organización de ese acto que nos desvelaba a todos. Feliz porque no sólo iba a ser testigo de un hecho histórico como era la asunción de un presidente peronista luego de 18 años de Resistencia, sino porque también podía decirle desde mi corazón a muchos compañeros que ya no estaban (Valle, Cogorno, Ibazeta,Vallese, Bevilacqua, Abal Medina, Ramus, Pujadas, entre tantos otros) que sus sacrificios, que sus vidas no habían sido entregadas en vano y que estábamos todos juntos, nosotros aquí, ellos desde el más allá, para hacer realidad la Patria Justa, Libre y Soberana de Perón y Evita.

Ese día más que nunca, confirmé algo que la izquierda dogmática en particular y el progresismo ilustrado en general oculta: que el peronismo fue la primera batalla que el Pueblo le ganó a la oligarquía en este país en 1946, y ahora nosotros estábamos empeñados en coronar con éxito otra batalla trascendental que ya había sido la consigna central de las elecciones ganadas el último 11 de marzo: cuando decíamos "Cámpora al Gobierno, Perón al poder".

Encolumnados en camiones, chatas, autos y bicicletas siempre a puro bocinazo y con las banderas desplegadas al viento hicimos el camino hacia la Casa Rosada. Dejamos los vehículos en el Bajo, en la zona portuaria de Retiro y nos fuimos caminando hacia nuestro objetivo.

La ciudad estaba tomada por el Pueblo. En cada esquina el bombo o los redoblantes agrupaba detrás de alguna bandera a los diversos grupos que se organizaban. La gente de barrio con sus unidades básicas ya de por sí eran un espectáculo; allí iban todos juntos: los cuarentones del bar de la esquina que muchas veces ayudaban con la logística de las pintadas zonales, junto a los viejos resistentes; las mujeres con sus termos y sanguchitos -porque la jornada iba a ser larga- se desplazaban orgullosas al lado de sus hijos y nietos, que con vinchas argentinas hacían con sus manitos pequeñas la "V" de la victoria; la murga improvisada ("Lanusse gorilón, rajá de la Rosada que es la casa de Perón") daba color y espectáculo, al lado de los pibes de la J.P. que abrían camino al conjunto, al grito de "Juventud presente, Perón, Perón o Muerte".

Los pibes de la Facultad con sus centros de estudiantes mostraban el orgullo de ser peronistas; venían de la clase media y se estaban proletarizando quizá sin saberlo; inclusive muchos de ellos luego de marzo del ´76 darían la vida por la causa nacional y popular. Los villeros de caras aindiadas y curtidas, sumamente felices, mostraban sus dentaduras desparejas cuando se reían, porque sentían en lo más intimo de su ser, que ese era el día tan esperado, ese día tantas veces soñado: volvía el peronismo, volvía la alegría, volvía la justicia social. Los estudiantes secundarios marchaban alborotados al lugar de encuentro, también ellos –sobre todo los del turno noche- habían peleado duro por el retorno de Perón: de día trabajaban, a la tardecita si quedaba tiempo estudiaban, por la noche iban a clase y a la madrugada militaban. Los sindicatos obreros también llevaron disciplinadamente a miles de sus afiliados.

A mediodía la Plaza de Mayo estaba repleta. En el centro de la misma, inmensos cartelones de las organizaciones armadas peronistas daban su presente y permitían inferir que eran mayoría. La Juventud Peronista se hizo cargo del orden. Primero sacó de la zona a la policía que con su sola presencia irritaba a los presentes. Luego combatió a piedra y puño limpio contra la Infantería de Marina de Guerra apostada detrás de la Casa de Gobierno que con bayoneta calada en la boca de sus fusiles pretendía avanzar sobre el lugar. Los uniformados debieron retirarse vencidos. Una vez dueños del lugar y la situación, los muchachos peronistas no solo garantizaron el orden popular sino que se dieron el lujo de determinar quienes eran dignos de estar presentes en el traspaso de mando presidencial. Un coche oficial que transportaba a un militar de alto rango fue abollado a patadas en tanto que su chofer y el transportado huían despavoridos; otro que llevaba a la jerarquía eclesiástica –complice de la dictadura militar- fue obligado a pegar la vuelta; las delegaciones de Cuba y Chile encabezadas por Raúl Dorticós y Salvador Allende respectivamente fueron llevadas casi en andas y entre vitores hasta adentro del recinto.
Estaba previsto un desfile militar. Fue imposible de realizar. Los soldados fueron inmovilizados por un Pueblo activo que se interpuso en su camino. Muchos perdieron los cascos de guerra que portaban como manera de imponer respeto. Algún oficial recibió una patada en el culo. Los tanques fueron tomados por asalto por jovenes peronistas que escribieron en ellos sus consignas guerreras en aerosol; desde el mítico "Perón Vuelve" hasta "FAP, FAR y Montoneros son nuestros compañeros".

En la Plaza la euforia y la alegría iba en aumento e hizo eclosión cuando el "Tío" Cámpora, ya presidente de los argentinos hizo uso de la palabra. El dictador Lanusse como De la Rúa 28 años después, debió huir en helicóptero para eludir la repulsa popular. Lo acompañó un grito enorme y unánime del gentío alborozado: "Se van, se van y nunca volverán".

Para entonces, sentí una emoción enorme y muy difícil de explicar. Pasaron por mi mente como un relámpago los 18 años de lucha que el Pueblo peronista y su clase trabajadora llevaron adelante para hacer realidad ese momento e imaginé todas las que tuvimos que pasar para poder imponer nuestra voluntad soberana: el robo del cadáver de Evita por la siniestra "Revolución Libertadora"; el decreto Ley 4.161 que prohibía al peronismo; los fusilamientos de junio del 56 a obreros y militares peronistas; los caños y pintadas de la Resistencia al dictador de turno que quería imponer la recesión y el hambre, es decir, los planes de la oligarquía, el imperialismo y el F.M.I.; los programas revolucionarios de La Falda y Huerta Grande hechos por los propios trabajadores; ya en 1959 la huelga activa y toma del frigorífico Lisandro de la Torre por los obreros para evitar la entrega del patrimonio nacional, acción que conmociona a una inmensa barriada de Buenos Aires; la primera y olvidada guerrilla peronista de los Uturuncos en el norte argentino allá por 1960; las persecuciones y humillaciones a la clase trabajadora llevadas adelante por el maquiavélico Frondizi a través de su Plan Conintes; las elecciones a gobernador ganadas por el "Negro" Framini, peronista de ley en 1962 y que son anuladas de un sablazo; en ese mismo año el secuestro y desaparición del compañero Felipe Vallese, delegado gremial metalúrgico y militante de J.P.; dos años más tarde, en 1964, cuando se lleva adelante una experiencia fundamental de la clase trabajadora: el Plan de Lucha de la CGT: 3.913.000 trabajadores (el 75,4% del total de los asalariados) ocupan 11.000 establecimientos fabriles pidiendo mejoras en sus condiciones económicas y el regreso de Perón a la Patria. Ya en la dictadura de Onganía, la creación de la combativa C.G.T. de los Argentinos, la aparición de las Fuerzas Armadas Peronistas en Taco Ralo, el surgimiento de Montoneros y la muerte del fusilador Aramburu.

Con legítimo orgullo podía decir entonces que el Pueblo peronista había triunfado desde su rebeldía indomable, siguiendo la estrategia de Perón que era su conductor natural y haciendo realidad esa frase testamental de Evita: "Yo se que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria".

Luego de tantas emociones vividas y en tanto me retiraba de la Plaza ya anocheciendo, pensaba que lindo iba a ser dormir en mi cama unas 12 horas seguidas para recuperar horas de sueño y volver a estar descansado. El único sueño fue pensar que podía hacer eso. Gran parte de la muchedumbre se encolumnó detrás de una gran bandera que decía: "25 de mayo de 1973. Gobierno Popular. Primera ley vigente, libertad a los combatientes". Iban a la cárcel a liberar a los presos políticos. Hacia allí fuimos...

martes, 22 de mayo de 2007

Los buenos muchachos de la SIP y la libertad de prensa

“...Pero si ustedes me permiten, en épocas en donde muchos sectores hacen la autocrítica – y está bien que la hagan- de lo que nos pasó en aquel momento, yo sé que voy a decir algo que seguramente me van a dedicar centímetros y centímetros de prensa criticándome, no importa: me gustaría que en algún próximo 24 de marzo o antes, los medios de prensa argentinos también hagan autocrítica. En algún medio, hasta hace muy poco tiempo, ni siquiera sacaban las solicitadas de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.”

Extracto del discurso pronunciado el 23 de marzo de 2006 por el Presidente Néstor Kirchner en el acto de ascenso a coronel de los oficiales superiores Martín Rico y José Jaime Cesio.


La Sociedad Interamericana de Prensa, integrada por los dueños de los grandes medios de comunicación del continente, compara a los gobiernos populares de Latinoamérica con las dictaduras que ellos mismos supieron sostener años atrás. ¿Qué intereses defienden en realidad los empresarios periodísticos detrás del discurso de la libertad de prensa?

¿Qué es la SIP?

Vamos por partes. La Sociedad Interamericana de Prensa podría entenderse como una suerte de cámara empresaria continental que agrupa a algunos periodistas funcionales a las empresas societarias, pero principalmente congrega a los propietarios de medios de América en defensa de sus intereses corporativos. Hasta aquí nada fuera de lo común en un mundo regido por normas capitalistas donde “agremiarse” es una forma cotidiana de plantarse al momento de discutir intereses, tanto para los empresarios como para los trabajadores. Es más, hasta se podría pasar por alto que la SIP, si bien comienza a reunirse a mediados de los ’20, se creó formalmente en 1943 en La Habana, momento en que Cuba estaba bajo la Dictadura de Fulgencio Batista.

Un pequeño desliz, si no fuera que “La Sociedad Interamericana de Prensa es una organización sin fines de lucro dedicada a defender la libertad de expresión y de prensa en todas las Américas”, y cuyos principales objetivos, tal cual reza en su presentación institucional son: “Defender la libertad de prensa donde quiera que se impugne en las Américas; Proteger los intereses de la prensa en las Américas; Defender la dignidad, los derechos y las responsabilidades del periodismo; Alentar normas elevadas de profesionalismo y conducta empresarial; Promover el intercambio de ideas e información que contribuya al desarrollo técnico y profesional de la prensa; Alentar un conocimiento amplio y un mayor intercambio de información entre los pueblos de las Américas en apoyo a los principios básicos de una sociedad libre y de la libertad individual”. (http://www.sipiapa.org/) Curioso planteo para una sociedad nacida a la sombra de una dictadura.

¿Dónde está el problema? La SIP desde sus orígenes es una “asociación ideológica” traficante de influencias y lobbysta de los intereses antinacionales. Amparados en la impunidad y en el olvido que les da su dinero y posición, los medios nucleados en esta cámara, pretenden erigirse como los paladines de la libertad de expresión mientras operan mediáticamente contra los intereses populares o los gobiernos enemigos de Estados Unidos.

No es un secreto que la SIP avaló (y no sólo con su silencio) la desaparición y asesinato de periodistas, el cierre de medios de comunicación y la instauración del terrorismo de Estado, cuando no también, proveyó de material “humano” a los gobiernos de facto para que hagan el trabajo de voceros del horror.

Históricamente la SIP y los medios que la integran, han respaldado los golpes de Estado y las dictaduras en América. Así lo hicieron con el golpe contra Arbenz en Guatemala y Perón en Argentina. Sostuvieron a Somoza en Nicaragua, Trujillo en República Dominicana, Pinochet en Chile, y las dictaduras en Argentina y Uruguay durante los años setenta. Incluso recientemente respaldaron el fallido golpe de Estado contra Hugo Chávez en Venezuela. Por eso no es llamativo que las críticas de la SIP se centren en los gobiernos populares del continente: últimamente se presentaron informes críticos contra Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay y Venezuela.

Esta misma SIP, que cuestiona la Revolución Cubana con similares argumentos que los utilizados por los traficantes cubanos radicados en Miami o el Departamento de Estado yanki, es la que censuraba cualquier intento de denuncia de lo que sucedía en Argentina o en otros países de Latinoamérica bajo las dictaduras militares impuestas por Estados Unidos. Sus integrantes son los mismos que hablan de “ola de violencia y terrorismo en Irak” pero se cuidan de hacer cualquier alusión a la causa de tantas muertes: la invasión yanki, bajo la excusa de derrocar un gobierno (al cual sostuvieron sin prejuicios en otros tiempos) con tal de garantizar su provisión de crudo y suculentos negocios a las empresas norteamericanas implicadas en la “seguridad y reconstrucción” de Irak. La SIP, cumple un rol fundamental en la política internacional de Estados Unidos. Es, ni más ni menos, el auditor de los house organ locales del Departamento de Estado yanki en América.

Una cuestión de memoria

Dicen que para muestra basta un botón, nosotros mencionaremos dos. Danilo Arbilla, el ex presidente de la SIP y actual directivo de la misma, fue director de Prensa de la última dictadura militar uruguaya, el mismo que hace poco se paseaba por las fundaciones y cámaras empresarias argentinas exigiendo prebendas para los multimedios gorilas. Durante la gestión de Arbilla en la dictadura, fue asesinado el director del semanario Marcha, Julio Castro, y fueron secuestrados decenas de periodistas y escritores, entre los que se encontraban Carlos Quijano, Carlos Borche y Santiago Puchet y el poeta Juan Carlos Onetti. También, durante su gestión entre 1973 y 1976, se clausuraron 173 medios de comunicación (14 de los cuales fueron cierres definitivos), se produjeron cientos de allanamientos a las redacciones y se intervino la Asociación de la Prensa Uruguaya (APU), la organización sindical de los periodistas, y todos sus dirigentes fueron encarcelados. Pero esto no es novedad. Desde sus inicios la SIP está a favor de la libertad de empresa y no de prensa como vociferan a los cuatro vientos.

Vamos con la segunda muestra, el Diario La Nación. A través del editorialista estrella de los Grupos Económicos y la embajada yanki, Joaquín Moráles Solá se lo acusa a Kirchner de “autoritario” por no dar conferencias de prensa o reportajes, o de nostálgico setentista, porque incorporó la cuestión de los Derechos Humanos a su gobierno como una política de Estado. Constantemente se intenta victimazar a un medio que históricamente estuvo del lado de los victimarios. Moráles Solá seguramente recordará cuando el doctor Claudio Escribano y el doctor Raúl Kraiselburd defendieron en una reunión de la SIP de 1981 la existencia de la libertad de prensa en la Argentina y denunciaron como una mentira la denuncia que hizo Jacobo Timerman, sobre la persecución a los periodistas.

El 9 de julio de 1981 en el panorama político de La Nación, escrito por Claudio Escribano, se lee: "Timerman ha encontrado al fin, la horma de sus zapatos. El General Camps... lo refutará en un libro que está escribiendo... junto al Arquitecto Máximo Gainza, Director de La Prensa y el Sr. Raúl Kraiselburd, Director de El Día". Este era un momento oportuno para hablar de autoritarismo y persecuciones, claro es difícil hacerlo cuando el que persigue y proscribe es uno. Pero no debería extrañarnos la actitud de Moráles Solá, a fin de cuentas sigue siendo el mismo que en marzo de 1976, junto a otros periodistas, compartió con el general Bussi un almuerzo en el Regimiento de Infantería 19 de Tucumán, a metros de un Centro Clandestino de Detención.

¿Parece que ahora no recuerda que una vez finalizado el “asadito”, el general obsequió a cada uno de los periodistas presentes un pergamino en el que agradecía "su colaboración en la lucha contra la subversión"? ¿No es paradójico que ahora denuncie "presiones" contra la libertad de prensa cuando hace unos años se abrazaba con los asesinos del Pueblo? Como era de esperar la milicia de Mitre -actualmente miembro directivo de la Sociedad Interamericana de Prensa- y sus prohombres del diario La Nación salen a defender en cadena a la SIP. Es tan obvio que defienden una construcción ideológica y política absolutamente alejada de la realidad del Pueblo, que en sus argumentos pecan de soberbia y mala memoria con desdén.

Seguro también estos "libre pensadores" ya se olvidaron cuando Clarín y La Nación se asociaron con la Dictadura, allá por el '77, y consiguieron fondos públicos para crear Papel Prensa SA, pactando además su financiación mediante: un aval del gobierno al entonces Banco Holandés Unido para un préstamo total, la promulgación de un decreto para que la provincia de Buenos Aires le suministre energía casi gratis a Papel Prensa por diez años para la planta en San Pedro, y la firma de una resolución de Raimundo Podestá, secretario de Industria del entonces ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, imponiendo a los restantes diarios de toda la Argentina condiciones leoninas para la compra de papel.

No esperamos autocrítica alguna de parte de estos personeros. Nos gustaría. Pero sabemos que es imposible. De la misma manera que sabemos imposible el arrepentimiento de los Massera y los Martínez de Hoz. Los genocidas no se arrepienten, el capitalismo tampoco. Esta es la libertad de prensa que pregonan los poderosos, la del doble discurso. La que es funcional al imperio de turno. Ladren mientras les quede un hilo de voz. Aten acuerdos con organismos no gubernamentales sostenidos por bancos estadounidenses. Jueguen a que son íntegros y den conferencias sobre ética. De noche el espejo les devolverá lo que realmente son: prenseros de la oligarquía y enemigos del Pueblo.

lunes, 21 de mayo de 2007

Dardo Cabo, una semblanza política




El cóndor andino es el ave voladora más grande del mundo. Aunque se le considera un buitre, no tienen parentesco con ellos; sus parientes más cercanos son las cigüeñas. El cóndor andino aparece representado en el escudo de las repúblicas de Bolivia- junto con la Llama, Chile -junto al Huemul-, Colombia y Ecuador. También ha sido inspiración para adornar monedas de diferentes naciones sudamericanas.
El Cóndor, Wikipedia
Familia de peronistas

Dardo Manuel Cabo nació el 1 de enero de 1941. Armando Cabo, su padre, era hijo de españoles y había nacido en Cuba en 1919 para llegar a la Argentina a los cuatro años de edad. Su familia se radicó en Tres Arroyos, provincia de Buenos Aires, donde el trabajó en la fundición Istilart, famosa por fabricar las cocinas de hierro apodadas “Económicas”. Armando participó de la organización de la marcha de 17 de Octubre de 1945, fecha emblemática y mítica que, de alguna manera, marca el inicio del peronismo.

En julio de 1946 fue elegido secretario general de la seccional de la Unión Obrera Metalúrgica en Tres Arroyos y dos años después se trasladó en forma definitiva a la Capital federal con su familia. De 1948 a 1952 fue tesorero de la CGT y hasta la muerte de Evita, su colaborador de confianza. Después del golpe militar que el 16 de Septiembre de 1955 derrocó a Perón, Armando Cabo estuvo encarcelado en un buque cárcel. Posteriormente fue uno de los militantes más heroicos de la llamada Resistencia Peronista.Hombre cercano al Lobo Agusto Timoteo Vandor, Armando recibió en 1968 la orden de Perón de reorganizar el sindicalismo argentino y se desvinculó de la UOM. En 1975 fue uno de los fundadores del Partido Auténtico, una creación de Motoneros. Falleció en 1996, a los ochenta años. Fue el único dirigente sindical –además de José Ignacio Rucci– cuyo restos se velaron en la sede de la CGT.

De Tacuara al Movimiento Nueva Argentina

Dardo Cabo empezó su militancia política en el Movimiento Nacionalista Tacuara. Su origen y apellido, rápidamente lo convirtieron en referente de las Brigadas Sindicales de Tacuara y muchas veces hizo de nexo con la Resistencia Peronista. En 1961, mientras los rusos ponían a Yuri Gagarin en el espacio y Estados Unidos intentaba invadir Cuba por Bahía de Cochinos, dejó Tacuara y creó el Movimiento Nueva Argentina, organización de extracción peronista con fuertes vínculos sindicales.

El lanzamiento oficial del nuevo grupo fue el 9 de junio de 1961, en conmemoración del levantamiento del general Juan José Valle cinco años antes. Los fundadores del MNA que llenaron las primeras fichas de afiliación fueron siete: Dardo Cabo, Edmundo Calabró, Rodolfo Pfaffendorf, Américo Rial, Andrés Castillo, López Vargas y Antonio Arroyo. Este último, ex militante de la Alianza Libertadora Nacionalista, había viajado en 1959 a Tucumán para unirse a la guerrilla de los Uturuncos. No habiéndolo logrado, falleció dos años después de la creación del MNA, a consecuencia de una enfermedad contraída en los montes norteños.

En los días siguientes se sumaron Antonio Valiño, Salvador Pinacchio, Miguel Ángel Titi Castrofini, Rodolfo Verona, Emilio Abras, Jorge Money, Rodolfo Brieva, Horacio Carril, Ignacio González Janzen, Eduardo Petigiani, Carlos Varese, Mario Granero. Algunos habían militado en la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios, otros en Tacuara y la Guardia Restauradora Nacionalista. En ocasiones, algunos integrantes del MNA –fundamentalmente Dardo Cabo– se unían a otros integrantes de diversos grupos de la JP y realizaban acciones armadas que firmaban como Comando Revolucionario de la Juventud Peronista. Sus miembros se reunían en el Sindicato del Vestido, que conducía José Alonso.

Américo Rial describe la situación de aquellos años: “El peronismo era un grupo reprimido que, como reacción, se inclinó por la acción directa. Veníamos de fusilamientos y persecuciones, y clamábamos venganza. Lo que sentíamos, quizá equivocadamente, era que había que pagarle al enemigo con la misma moneda. Hoy, a la luz de la realidad política actual, es muy difícil entenderlo. Pero dentro de todas las deformaciones que hubo, tanto de derecha como de izquierda, existe un origen represivo por parte del Estado.”


1966: Operativo Cóndor


Alrededor de las seis de la mañana del miércoles 28 de septiembre, dieciocho jóvenes argentinos tomaron el control del vuelo 648 de Aerolíneas Argentinas, un avió Douglas DC-4 que trasportaba treinta y cinco pasajeros y que la noche anterior había despegado del aeroparque Jorge Newberry hacia Río Gallegos. El jefe del comando era Dardo Cabo, que usaba el alias de “Lito”, tenía en ese momento veinticinco años y se definía como periodista y afiliado a la Unión Obrera Metalúrgica. Lo secundaba Alejandro Giovenco, de veintiún años. La periodista y dramaturga María Cristina Verrier, de veintisiete años, era la tercera al mando del grupo. Su padre, César Verrier, había sido juez de la Suprema Corte de Justicia y funcionario del gobierno de Arturo Frondizi. Uno de sus tíos, Roberto Verrier, había sido ministro de Economía durante tres meses en 1957, durante la "revolución libertadora".

Los otros integrantes del Comando Cóndor eran: Andrés Castillo, de 23 años; Ricardo Ahe, de 20 años de edad, empleado; Norberto Karasiewicz, 20 años, metalúrgico; Aldo Omar Ramírez, 18 años, estudiante; Juan Carlos Bovo, 21 años, metalúrgico; Pedro Tursi, 29 años, empleado; Ramón Sánchez, 20 años, obrero; Juan Carlos Rodríguez, 31 años, empleado; Luis Caprara, 20 años, estudiante; Edelmiro Jesús Ramón Navarro, 27 años, empleado; Fernando José Aguirre, 20 años, empleado; Fernando Lisardo, 20 años, empleado; Pedro Bernardini, 28 años, metalúrgico; Edgardo Salcedo, 24 años, estudiante; y Víctor Chazarreta, 32 años, metalúrgico.

La edad promedio del grupo era de veintidós años. Todos eran peronistas. Hacía tres meses que el general Juan Carlos Onganía estaba en el poder. Noventa días antes, un pelotón de la Guardia de Infantería de la Policía Federal había desalojado de la Casa Rosada al presidente Arturo Umberto Íllia de la Unión Cívica Radical del Pueblo, quien había llegado al gobierno con poco más del 20 por ciento de los votos y con el peronismo proscrito.

Esa mañana del 28 de septiembre, el general Onganía se preparaba para jugar un partido de polo con Felipe de Edimburgo, el príncipe consorte inglés, quien se hallaba de visita en Buenos Aires. El radioaficionado Anthony Hardy fue el primero en divulgar la noticia del secuestro. El avión aterrizó a las 8:42 en la pista de un hipódromo. Habían transcurrido 133 años desde la última presencia oficial argentina en las Islas Malvinas. Los muchachos descendieron del avión y desplegaron siete banderas argentinas.

El historiado Roberto Bardini cuenta el operativo de esta manera en su artículo El vuelo de los cóndores del 2003: “El Operativo Cóndor tenía previsto tomar la residencia del gobernador británico y ocupar el arsenal de la isla, mientras se divulgaba una proclama radial que debería ser escuchada en Argentina. El objetivo no se pudo cumplir porque el avión, de 35 mil kilos, se enterró en la pista de carreras y quedó muy alejado de la casa de sir Cosmo Haskard. La nave, además, fue rodeada por varias camionetas y más de cien isleños, entre soldados, milicianos de la Fuerza de Defensa y nativos armados.Bajo la persistente lluvia y encandilados por potentes reflectores, los comandos bautizaron el lugar como Aeropuerto Antonio Rivero. El sacerdote católico de la isla, Rodolfo Roel, intermedió para que los restantes pasajeros -entre los que se encontraba Héctor Ricardo García, director del diario Crónica y de la revista Así- se alojaran en casas de kelpers, mientras los "cóndores" permanecían en el avión. Al anochecer, Dardo Cabo le solicitó al padre Roel que celebrara una misa en la nave y después los 18 jóvenes cantaron el Himno Nacional. Al día siguiente, luego de formarse frente a un mástil con una bandera argentina y entonar nuevamente el himno, el grupo entregó las armas al comandante Fernández García, única autoridad que reconocieron. Los muchachos fueron detenidos bajo una fuerte custodia inglesa durante 48 horas en la parroquia católica.”

Dardo Cabo, Alejandro Giovenco y Juan Carlos Rodríguez permanecieron tres años en prisión debido a sus antecedentes político-policiales como militantes de la Juventud Peronista. María Cristina Verrier conoció a Cabo en una entrevista que ella le hizo en el ´66 para la revista Panorama. Mientras él estaba cumpliendo su condena, se casaron en la cárcel. Cuando fue liberado, Cabo se convirtió en jefe de la organización Descamisados, que luego se fusionaría con Montoneros.


1969: Operación Judas


Al parecer, las primeras reuniones se llevaron a cabo en la sede de la CGT de los Argentinos en Paseo Colón 731. El planificador fue Rodolfo Walsh, cuyos nombres de guerra eran Profesor Neurus o Esteban y las armas las consiguieron Caride y Mendizábal. Dardo Cabo trazó los planos de la sede de la UOM, en La Rioja 1945, ya que había sido guardaespaldas de Vandor y conocía perfectamente el edificio. El nombre operativo que se adoptó para operar fue Ejercito Nacional Revolucionario, que en 1972 terminaría por fusionarse con OPM Montoneros. Dardo Cabo formó parte de las redacciones de las revistas Extra y Semana Gráfica. Luego, llegó a dirigir a revista El Descamisado.

En el número 41 de ésta, aparecido el 26 de febrero de 1974, se puede leer un relato de los hechos. La nota se titulaba: “Quienes y cómo mataron a Vandor”. En ese texto se contaba como el comando había ingresado a punta de pistola en la sede de la UOM, había reducido al personal y había ultimado con varios disparos al dirigente gremial para después colocar una bomba hecha con trotil. Por otra parte, el Ejército Nacional Revolucionario redactó un comunicado titulado: “Declaración del ENR (Ejército Nacional Revolucionario) con motivo del asesinato de Augusto Timoteo Vandor el 30 de junio de 1969” fechado en Buenos Aires, el 7 de febrero de 1971. El comunicado empieza así: “Al pueblo de la Patria: Siendo las 11.36 hs. del 30 de junio de 1969, el Comando "Héroe de la Resistencia Domingo Blajaquis" del Ejército Nacional Revolucionario que ocupó el local de la UOM, sito en la calle La Rioja 1945, cumpliendo el "Operativo Judas", procedió al ajusticiamiento del traidor Augusto Timoteo Vandor, complementando la acción con la voladura parcial del edificio para no afectar fincas vecinas. Este objetivo fue dispuesto en razón de los cargos comprobados que se detallan a continuación.”

Lo que sigue es una lista de veintisiete puntos entre los cuales se puede leer “Por ser un elemento vinculado a la CIA, tal como lo denunciara oportunamente el General Perón” (número 12), “Por su enfrentamiento con las 62 de Pie junto a Perón a las que acusó de trotskystas el 29 de marzo de 1966” (número 17) y “Por haber preparado la entrega del Movimiento Sindical al Régimen, gestión que desempeñaba activamente, traicionando el paro del 1ro de julio de 1969, hasta las 11.38 del 30 de junio de 1969, momento de su ajusticiamiento” (número 27) Más abajo se leía: “Los traidores al movimiento obrero son doblemente Judas, traicionan al Movimiento Nacional Peronista y traicionan a la propia clase obrera de la que surgen. Está resuelto -y así se hace- que sean los primeros en caer bajo el puño de hierro de la Justicia del Pueblo, los traidores al movimiento obrero son la principal quinta columna enemiga dentro de las filas del proletariado nacional.”


El final

Dardo Cabo fue asesinado el 6 de enero de 1977 junto a Roberto Rufino Pirles durante la dictadura militar tras haber sido detenido y encarcelado. Roberto Bardini escribe en su artículo: “Recordando a Dardo Cabo: dos cartas y un brindis”: “Lo mataron cuando estaba preso por cuarta o quinta vez en su larga y agitada militancia peronista. Fue fusilado junto con Roberto Rufino Pirles por la dictadura militar en un "traslado" desde la Unidad Penitenciaría Nº 9 de la ciudad de La Plata.” Acababa de cumplir treinta y ocho años y, como recuerda el mismo Bardini, “había estado preso, prófugo o clandestino prácticamente la mitad de su vida”.

sábado, 19 de mayo de 2007


jueves, 17 de mayo de 2007